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Juan García Esquivel, in memoriam
Mucho muchacho
por Fernando Rivera Calderón.

El próximo 20 de enero el gran músico mexicano Juan García Esquivel hubiera cumplido 84 años de edad. Hubiera, porque la muerte lo visitó el día 3 para librarlo del duro tormento al que se encontraba sometido desde hace 10 años, cuando una caída lo dejó imposibilitado para caminar y para tocar el piano, confinado a su cama, a la que incluso le compuso una de sus últimas canciones. Hablé con Esquivel por última vez el 24 de diciembre. Lo llamé para saludarlo y mandarle un abrazo de Navidad y año nuevo. Se le escuchaba hablar con mucha dificultad. Me dijo que lo habían operado dos veces, la primera por un abseso y la segunda porque no lo habían dejado bien en la primera; que estaba más inmóvil que antes y que no se había sentido muy bien. Lo que no me dijo es que también se estaba recuperando de un primer derrame cerebral. El segundo lo afectó seis días después, el 30 de diciembre, permaneciendo en coma hasta el 2 de enero, día que recuperó la conciencia sólo para despedirse de sus familiares y volver al sueño eterno. Sus restos fueron cremados. Desde una entrevista que le hice a mediados del año pasado creo que nos caímos bien y eso sirvió para que nos siguiéramos viendo. Soy admirador de su música desde hace mucho tiempo, le regalé un disco de una grabación original de Rachmaninov interpretando a Chopin y, de hecho, pensaba ir a visitarlo este sábado para llevarle una foto amplificada que le tomó Adrian Mealand y que al músicao le había gustado mucho. Juan García Esquivel era un personaje luminoso; pese a su enfermedad, conservaba una mirada dispuesta a la sorpresa y una sonrisa memorable, fachada de un espíritu genial lleno de vida y dotado de una gran memoria. Siempre lo recordaré señalando con su mano larga -como un arácnido- una fotografía en sepia de un niño que era él mismo o tarareando una canción cuyo nombre no le venía a la cabeza mientras simulaba con sus dedos que tocaba el piano, instrumento del que llegó a ser un ejecutante virtuoso y sui generis. "La música es mi vida. Amo la música como me amo a mí mismo". Fruto de ese amor Esquivel nos legó grabaciones únicas e inigualables como See it in sound, disco grabado en 1960 para RCA que por loco permaneció almacenado hasta 1999, año en que lo sacó BMG. También se pueden conseguir Other worlds, other sounds y More of other worlds, other sounds, de BMG y Reprise Records, respectivamente, así como las compilaciones Loungecore, Music from a sparking planet, Exploring new sounds in stereo/Strings aflame de BMG. La única edición nacional de su música es parte de una colección llamada 100 años de música, de RCA, que contiene un disco doble con 40 canciones de Esquivel, entre las que destacan varias de sus más grandes piezas: "Mucha muchacha", "Mini Skirt", "Adiós Mariquita linda", "Agua de beber" y "Vereda tropical", entre otras. Siempre me pareció injusto que Esquivel nunca hubiera gozado de una fama proporcional a su talento en la tierra que lo vio nacer y morir, aunque ahora pienso que tal vez ese sea el secreto de que su música se siga escuchando en todo el mundo, sin estruendos, sin videos en MTV, proporcionándole a todo aquél que la descubre la sensación de que está accediendo a un territorio muy poco explorado por los oídos de hoy. Habrá que ver si se convierte en uno de esos artistas a los que la gloria les llega de manera póstuma. La película que en Hollywood se filma sobre su vida podría ayudar, aunque lo más probable es que su música siga siendo un placer para elegidos. Llevo todo el día escuchando a Juan García Esquivel. Su música se escucha distinta sabiendo que él ya no está. Lo voy a extrañar, pero no puedo dejar de emocionarme al saber que su música se queda. "Mi manera de acercarme a las canciones es como si fuera un pintor. Yo puedo ver el lienzo y la música es color. Por ejemplo, un Fa agudo es como un rojo brillante; un Si desafinado podría ser un púrpura profundo, o amarillo. Van Gogh ha tenido mucha influencia en mí, porque para su tiempo, y aún ahora, sus pinturas tienen una extraordinaria mezcla de colores." Juan García Esquivel.

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